Opinión
La columna de J.J.Jinks: Nuestro cartel
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“Este gobierno es una mierda, pero es mi gobierno”, se leía en un recordado cartel, levantado por un poblador, en medio de una manifestación pro Allende cuando el caos ya se había desatado en el gobierno de la Unidad Popular.
Se me vino a la cabeza la segunda parte de ese letrero mientras leía los denuestos de Toto Caputo al Presidente Gabriel Boric y la posterior repasada gratuita de Milei. Un agravio totalmente injustificable y que sólo produce daño a las relaciones chileno-argentinas casi siempre hermanables y, por tanto, casi siempre tensas.
El intento de explicación posterior de Caputo fue bastante pobre cuando bastaba y sobraba con pedir una lacónica disculpa, pero sabemos que no son características que se destaquen en la administración trasandina. Hay otras muy valiosas, sin duda, pero esas no.
Lamentablemente, la segunda parte del cartel no es la única con la que uno se puede quedar. La negligencia mostrada esta semana para manejar política y comunicacionalmente el enrolamiento de migrantes es totalmente inexcusable.
En un área de alta sensibilidad para la ciudadanía se procede con total chapucería expresada en miles de inmigrantes reunidos sin saber para qué y por qué, producto de la falta de gestión del Gobierno. Las inferencias que se pueden hacer a partir de este hecho son decenas y ninguna buena.
A pesar de lo obvio, creo que vale la pena recordar algunos agravantes. No estamos hablando de una administración que lleve unas pocas semanas como para mostrar esos niveles inadmisibles de descoordinación, está a poco de entrar en su último año de gobierno. Y como si el hecho mismo no fuese suficiente baldón, deciden seguir cavando el hoyo declarando que las aglomeraciones son producto de la confusión y que descartan responsabilidad.
Ese es el primer instinto siempre, descartar responsabilidad. ¿Cuántos casos llevamos sin que ninguna autoridad, por último para la foto, se haga responsable de sus deberes? Y con esto no pretendo entrar en la lógica de pedir renuncias a diestra y siniestra. Es entendible que hoy las buenas cabezas son pocas y no es bueno para nadie que se alejen de un gobierno debilitado.
Sin embargo, ese elástico no se puede estirar al punto de la irritación de la ciudadanía que observa a una administración que sólo sabe culpar a terceros y que no es capaz de dialogar con ella al menos explicando cuando las cosas no salen bien.
Si bien técnicamente este desmanejo puede no tener que ver directamente con la propuesta de regularizar 180.000 inmigrantes, en el imaginario de las personas está íntimamente ligado. Los temas delicados como éste no se manejan con el profesionalismo que se requiere y esto pone un manto de duda sobre las decisiones que se están tomando sobre la materia.
Desafortunadamente, la falta de gestión se ha transformado en un obstáculo insalvable para un Gobierno que no logra que sus proyectos se concreten.
El contraste no puede ser mayor con el gobierno de Milei. Observamos con una combinación de admiración y envidia cómo se avanza en poner en forma a un país recibido en ruinas; cada semana hay al menos una o dos decisiones que apuntan en la dirección correcta. Sin embargo, esto no les da permiso para criticar en forma irrespetuosa al gobierno chileno, para esa tarea estamos nosotros y nuestro cartel.